Explorar
el territorio de la imaginación
Quien pueda suponer lo que ocurre
detrás de unos postigos o más allá del planeta; quien sepa visualizar lo que
nunca vio o inventar las preocupaciones, los anhelos de los seres ocasionales
que casualmente encuentra en su camino, puede escribir. No sólo porque sabe
imaginar sino también porque es capaz de imaginar incluso lo real: es el caso
de quien sabe, por ejemplo, que un televisor trasmite imágenes gracias a un
sistema de señales eléctricas y al mismo tiempo admite que dentro de esa caja
habitan cantantes, pistoleros, gente que se enamora…
La gran literatura no nace de la
razón, sino de la imaginación. Por eso se suele decir que los libros se gestan
en silencio.
Sumergirse
La imaginación es la
condición que nos permite convertirnos en lo que nos niega la realidad. Como
práctica, intentar ser un objeto, otro sujeto, un animal, un paisaje, etc., es
un modo de abrirse hacia la escritura.
Ser uno con el silbato del
tren, ser el silbato. He aquí la clave. Transformarse en pájaro o convencerse
de que se sabe volar. O en el padre que lleva su bebé en brazos apretado contra
su pecho mientras se pasea por el andén. Ver un pueblo desde la ventanilla del
tren y zambullirse en sus calles, ser de ese pueblo durante el instante que
dura la fantasía, elegir una casa vista al pasar y “vivirla”. Ver unos colores:
amarillo, rosa y verde, y dejarse llevar por ellos hasta una olvidada estación.
Sumergirse en el bolso de
la señora que espera el autobús o en el olor a madera de la antigua cafetería.
La sugerencia:
Ser todo durante unos segundos para imaginarlo con más energía.
La conjetura
Conjeturar es un buen
ejercicio para la imaginación. Podemos ensayar la conjetura como actividad
independiente o como un paso consecutivo a sumergirnos en algo y ser eso.
· Como actividad independiente
Frente a una situación
proponernos un abanico de conjeturas.
Por ejemplo, partiremos de
la siguiente situación:
El tren aminora su marcha
mientras avanza por un pasadizo de vegetación tupida.
Las conjeturas:
1
una plaga
de insectos dificulta la visión del maquinista;
2
unos
bandidos aguardan entre la maleza y amenazan al convoy;
3
la maleza
es cada vez más compacta y empieza a “tragarse” al tren;
4
el
maquinista desea que los viajeros disfruten del paisaje;
5
el
maquinista se ha quedado dormido
Como se observará, cada
conjetura puede dar lugar a un tipo de narración:
1
ciencia
ficción
2
narración
de aventuras
3
narración
fantástica
4
narración
realista-bucólica
5
narración
onírica
· Como paso siguiente a sumergirse
Si estamos en un sitio
determinado, y observamos a nuestro alrededor, podemos desarrollar ambos pasos,
o sea, primero sumergirnos en algo y después conjeturar.
Por ejemplo, lo realizamos
en un tren:
Primer paso:
Sumergirnos
en el joven guapo que ocupa el asiento junto a la joven de azul, ser el joven.
Segundo paso:
Conjeturar
por qué ella le ha sonreído al tirar el bolso del asiento.
Otra posibilidad:
Retomamos
la observación ya citada de aquel padre que lleva su bebé en brazos apretado
contra su pecho mientras se pasea por el andén.
La sugerencia:
Desarmar todo tipo de textos, incluidos los eminentemente técnicos, como
las instrucciones del uso de un aparato o el prospecto de un medicamento.
Nos hemos sumergido en él
y somos ese padre.
Conjeturamos:
1
¿por qué
lo aprieta?
2
¿adónde lo
lleva?
3
¿estará
divorciado?
4
¿será
extranjero?
La sugerencia:
Elegir una situación mínima extraída de lo que pasa a nuestro alrededor y
apuntar la mayor cantidad de conjeturas en torno a ella como material para
aprovechar en un futuro texto.
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