Adiestrar el ojo
En el retrato, la técnica
de la fotografía abarca aspectos que pueden aportarnos recursos en el
territorio de la escritura. Para ello, debemos considerar esta técnica como un
disparador o una brújula. Disparador porque amplía nuestro modo de captar lo
que nos rodea; como una brújula, porque se convierte para nosotros en un
instrumento de orientación.
Pero debemos practicar el
encuadre. Un buen ejercicio al respecto es el típico de los fotógrafos: mirar a
través del visor de la cámara, aunque no se tenga intención de disparar. Hay
que concentrarse en lo que se ve y puede ser muy práctico utilizar el truco de
formar un visor con los dedos índices y los pulgares.
Como decía el fotógrafo
francés Henri Cartier Bresson:
“Fotografiar
es, en un mismo instante y en una fracción de segundo, reconocer un hecho y la organización rigurosa de
las forma percibidas visualmente que expresan este
hecho. Es poner en el mismo punto de mira la cabeza el ojo y el corazón.”
En este sentido, el
escritor Christopher Isherwood se mimetiza con esta técnica y lo enuncia de la
siguiente manera:
“Yo soy
como una cámara con el obturador
abierto, pasiva, minuciosa incapaz de pensar.
Capto la imagen del hombre que se afeita en la ventana de enfrente y de la mujer en quimono, lavándose la cabeza.
Habrá que revelarlas algún día, fijarlas cuidadosamente
en el papel.”
Lo necesario
Adiestrar el ojo a
ver es entrenarnos para recortar o
necesario y no lo prescindible.
Lo necesario es aquello
que nos permite decir más de lo que la descripción misma expresa.
De lo contrario, sería una
crónica periodística y no una novela o un cuento.
Prescindibles son los
datos correspondientes a todo el mundo en general y no al personaje de nuestro
relato en particular.
Por ejemplo:
·
Cuando la descripción es necesaria:
Nunca se quita el delantal descolorido, tiene las
uñas mordidas y unos ojos tan descoloridos como el delantal de tanto mirar los
culebrones de la tele mientras sus agujas tricotan sin parar.
Este retrato nos dice,
además de lo que dice, lo siguiente:
o Abandono, poco poder económico (detalle: el
delantal)
o Ansiedad (detalle: las uñas)
o Fantasía (detalle: los culebrones)
o Trabajo (detalle: agujas)
·
Cuando la descripción es
prescindible:
Es moreno, tiene el pelo renegrido. Es alta, de un
metro setenta aproximadamente. Sus ojos son tan negros como su pelo.
Este retrato incluye datos
que tal vez sean significativos para el autor, porque conoce a una persona con
esas características, pero estas son demasiado generales y no nos amplían el
campo informativo, ni nos aportan nada al relato: una persona morena es morena
y nada más; con los demás datos ocurre lo mismo.
El encuadre es el marco
que se le da a determinado aspecto en determinado momento para atraer la
atención del lector.
En fotografía, los
encuadres iluminan la escena central. Por ejemplo, en los paisajes se puede
conseguir el realce del tema principal enmarcando al foto a través de un arco,
de una puerta o de las rejas de un portal, e interesaremos más al lector que si
se hace directamente.
Al encuadrar, se
seleccionan determinados rasgos, lo cual depende en gran medida del enfoque. El
enfoque selectivo es un medio de realzar zonas concretas del encuadre. Jugando
con el enfoque se puede centrar el tema para expresar un punto de vista en
particular.
Dichos enfoques pueden
ser:
·
Plano general
Este nos aporta una visión
de conjunto del personaje.
Ejemplo:
Una persona en medio de un valle.
·
Primer plano
Incluye menos elementos de
referencia pero precisamente por ser exclusivos se destacan.
Ejemplo:
Un vientre pronunciado/ Unos ojos miopes