sábado, 31 de enero de 2015

Secretos y recursos de la creatividad – Teoría de la inspiración – parte 4 de 4


Las motivaciones

Como hemos visto, no todos comienzan de la misma manera. Para Pinter los motores productivos fueron la excitación y la frustración. Además, parte de un tema y se deja llevar por la escritura misma, sin plan pre-determinado, salvo una tenue idea.
Mailer habla de algo mínimo que crece y que perdura mucho tiempo en su mente; lo refuerza con la lectura de distintos libros.
Jack Kerouac, por su parte, insinúa que lo que comúnmente llamamos inspiración es para algunos, como para su amigo, el escritor Burroughs, la capacidad de estar alerta:

“Burroughs y yo estábamos sentados en un bar una noche y oímos decir a un presentador de radio.. ‘Así que los egipcios atacaron, bla, bla, bla, bla... y entretanto hubo un gran incendio en el zoológico de Londres y el fuego se extendió por los campos y los hipopótamos murieron cocidos en los estanques. ¡Buenas noches a todos…!’. Ese el Bill, advirtió Burroughs. Y es que siempre se da cuenta de las cosas.”

Erskine Caldwell se hace preguntas mientras viaja en un autobús:

“Ves en la calle un autobús escolar y te preguntas adónde irá. Después te imaginas una escuela, y una maestra. Bien, ¿y quién es esta maestra? ¿Qué aspecto tiene? (…) Entonces te acuerdas de algunas de las maestras que tuviste cuando eras pequeña. Y así todo el rato.”


La sugerencia:
Averiguar a partir de qué escriben los escritores y probar sus mecanismos hasta dar con el nuestro.


La lectura

La llamada inspiración puede surgir mientras leemos. Se suele aconsejar a quienes escriben que lean lo contrario o lo diferente al género que practican como vía motivadora. Así, si escribimos poesía, es estimulante la novela o el ensayo; al revés, si escribimos novela conviene leer un poema o una disquisición para abonar nuestro campo creativo.
Al realizar dichas lecturas no es necesario entender lo que se lee. Basta con recibir un discurso diferente al que vamos a utilizar. Porque lo verdaderamente impulsor son las constelaciones de palabras que recibimos durante esos momentos.
Leer será un camino hacia la aparición de esos soplos aparentemente mágicos y un modo de materializar nuestras ideas que, como comprobaremos, no surgen de la nada.

La sugerencia:
Leer pequeños trozos, levantar la cabeza de la página y apuntar la primera ocurrencia que venga a la mente.





Jack Kerouac (1922-1969) novelista de la “Beat Generation”.


Recapitulando…


1 No hay creación de la nada.

2   La inspiración es el trabajo realizado por uno mismo, no por la musa.

3 La inspiración puede ser curiosidad creativa.

4   Las actividades básicas de la escritura son:
      ver
      atender
      evocar
      sentir afectos

5 No confundir percibir con inspirar. Percibir es reconocer, identificar.

6  Recordar abre un extenso abanico de posibilidades creativas.

7 Tanto el amor como el odio pueden ser motores creativos.

sábado, 10 de enero de 2015

Secretos y recursos de la creatividad – Teoría de la inspiración – parte 3 de 4


Evocar

Vivimos condicionados por los recuerdos. Incluso hay quienes sienten un placer mayor al recordar lo vivido que al vivirlo. Suelen repetir: “cuando se lo cuente a Fulano no se lo va a creer”. En esto también reside el placer de contar. Y suele convertirse en “inspiración”, en maquinaria productora de la escritura.
Decía Walter Benjamin:

“quien empieza a abrir el abanico de los recuerdos encuentra siempre nuevas piezas, nuevas varillas, y ahora el recuerdo va de lo pequeño a lo microscópico.”

La evocación está en la esencia misma del contar. De hecho, son los ancianos quienes mayor acopio de historias tienen y cuando se los escucha contarlas siempre hay alguien que dice que deberían escribir un libro. Escribir es revivir los recuerdos en muchos sentidos de la palabra revivir: se vuelve a vivir, pero de otra manera, al incluirlo en otro contexto y transformarlo estéticamente.

La sugerencia:
Realizar lo que explicita Benjamin: recordar de lo pequeño a lo más pequeño, y de lo más pequeño a lo microscópico.

Sentir afectos

Tanto el amor como el odio son sentimientos productores. Escribir es un modo de catarsis. Pero la catarsis es una vía negativa para la creatividad. Catarsis tiene que ver con desahogo, con vaciarse. En cambio, al crear se da un movimiento de ida y vuelta: cada vaciado estimula la plenitud, tiene que ver con transfiguración.
La afectividad genera una corriente de imágenes y una aceleración de los deseos. Para Bergson, “creación significa, ante todo, emoción”.
Entonces, los sentimientos, cada uno en especial y a su manera, generan ocurrencias. Tanto en amor como el odio producen estados de fabulación en los que se proyecta mentalmente lo vivido y lo posible. Pero, además, todo sentimiento es motor –la tristeza, la ira, los celos, de las más pasionales creaciones.

La sugerencia:
No desaprovechar el momento de “carga” afectiva para apuntar ideas o escribir un texto.




Sobre la inspiración

En las citas siguientes, Harold Pinter y Norman Mailer nos cuentan cómo consiguen inspirarse.

Harold Pinter dice:

“No recuerdo con exactitud cómo se desarrolló una obra determinada en mi mente. Creo que lo que ocurre es que escribo en un estado de excitación y frustración muy grande. Sigo lo que veo en el papel que tengo delante… una frase tas otra. Eso no quiere decir que no tenga una posible y tenue idea general… La idea que primero surge, no genera necesariamente lo que ocurre a continuación, engendra la posibilidad de un acontecer general, que es el que me lleva adelante. Tengo una idea de lo que podría ocurrir… en ocasiones estoy absolutamente seguro, pero muchas veces se ha demostrado que andaba equivocado por lo que en realidad ocurre. A veces voy avanzando y me encuentro escribiendo ‘entra C.’, cuando ni siquiera sabía que tenía que entrar; tenía que entrar en ese momento, eso es todo”


Norman Mailer lo cuenta casi como un proceso vivo:

“Quizás una imagen apropiada para mí sea que comienzo construyendo una cabaña en un árbol y acabo construyendo un rascacielos de madera. Lo que quise hacer con Los desnudos y los muertos era escribir una novela corta sobre la patrulla larga. A lo largo de toda la guerra seguí pensando en esta patrulla. Tuve la idea incluso antes de marcharme al extranjero. Probablemente la estimularan unos cuantos libros que había leído: En el Valle, de John Hersey, Paseo por el Sol, de Harry Brown, y un par de libros más que no recuerdo. De estos libros surgió la idea de escribir una novela sobre la patrulla larga. Y empecé a crear os personajes. Todo el tiempo que estuve en el extranjero una parte de mí estaba trabajando en esta patrulla larga. Incluso acabé metido en un destacamento de reconocimiento en el que había pedido que me incluyeran. Después de todo, un destacamento de reconocimiento suele hacer largas patrullas. El arte seguía traduciendo la vida. En cualquier caso, cuando empecé a escribir Los desnudos y los muertos pensé que sería una buena idea hacer uno o dos capítulos preliminares en los que dar al lector la oportunidad de conocer a los personajes antes de que se fueran de patrulla. Pero los seis meses siguientes y las primeras quinientas páginas se me fueron en el empeño, y recuerdo que los primeros días estaba molesto por lo que estaba tardando en empezar a trabajar con la patrulla.”



martes, 6 de enero de 2015

Secretos y recursos de la creatividad – Teoría de la inspiración – parte 2 de 4

El entusiasmo productor

Lo que muchos denominan inspiración suele corresponder a un momento de excitación en el que confluyen una serie de fuerzas entrecruzadas y que, fundamentalmente, dependen del grado de libertad interno. A veces también coinciden con el descubrimiento del amor o la vivencia de una desgracia. Mientras tanto, afirmamos con la escritora María del Carmen Rodríguez:

“¿Quién escribe? Seguramente no las musas. No hay creación de la nada, no hay ‘inspiración divina’, no hay ningún médium especialmente dotado para desvelar la voz sagrada a los hombres. El mito romántico cae, no por su propio peso, sino por su extrema fragilidad”

Ese momento de entusiasmo productivo del que hablábamos suele corresponderse con alguna de las actividades básicas de la inteligencia, que ponen en marcha los escritores, a menudo de modo consciente.

Dichas operaciones principales son:
·     ver
·     atender
·     evocar
·     sentir afectos

¿Cuál es la vinculación de la inspiración a estas actividades?
Es una vinculación directa. Todas confluyen en su lecho. A veces, funcionan combinadas; otras, cada una hace su aporte, pero nunca fallan a la hora de la pre-escritura o durante la  escritura misma. Son las encargadas de indicarnos lo que hay alrededor del texto.
Así como cada una de estas operaciones estimulan o nutren la inspiración, también interactúan reforzando el circuito.




Ver

Toda la historia de la humanidad podría resumirse en una necesidad de ver más allá, de percibir lo nunca visto. Más simplemente, el ser humano aprende a partir de los sentidos. Uno fundamental es el de la vista.
El deseo guía la curiosidad y de allí nace el deseo de percibir, más fuerte en unos que en otros. Se dice que sigue conservando la libertad del niño quien no pierde su capacidad de asombro.

Percibir es, de alguna manera,
reconocer e identificar

Percibimos, por ejemplo, acciones, que son los nudos de un relato. Entonces, si bien reconocemos que una persona corre, se detiene, se gira, extiende una mano, se inclina, se golpea, podemos registrar todo para luego elegir y componer nuestro propio esquema organizativo del relato: agregar o eliminar elementos de los percibidos. Si a la hora de percibir, aparece un motivo novedoso que estimula nuestra imaginación, podemos creer que se trata de un momento de inspiración, pero es conveniente comprender cómo llegó ese instante para intentar repetirlo.

La sugerencia:
Salir a “percibir” como salimos de compras o a estirar las piernas.


Atender

El atender tiene un punto de enlace con el ver. Se considera que hay un tipo de atención errante y otra concentrada. Ambas son vías de creatividad.
El errante es el que se deja llevar sin barrera de la voluntad. Se trata de abandonarse a lo que nos rodea, flotar. Así Goethe decía que

“La fuerza productiva tiene que resucitar espontáneamente, sin intención ni voluntad, aquellas imágenes conservadas en los órganos, en la memoria, en la imaginación”

Mientras que, por el contrario, Chesterfield observó que

“La facultad de aplicar la atención fijamente a un solo objeto, sin dispersarla, es la marca infalible de un genio superior”

La sugerencia:
Fluctuar, de acuerdo a las necesidades del momento y personales, de un estado a otro: pasar de la atención dirigida a la errante.




“No soy yo el que piensa: son mis ideas las que piensan por mí.”
Lamartine