Teoría de la inspiración
Hay una relación cercana
entre inspiración e inconsciente. Lo que se ha dado en llamar inspiración o
“estímulo interior que impulsa al poeta” no es algo dirigido conscientemente.
Las “inspiraciones”
–como veremos- dependen de nuestra memoria, de nuestra atención, de la
experimentación, de la lenta germinación de palabras que al final salen al
exterior.
Inspiración o trabajo no
es una disyuntiva; a partir de aquí podemos considerarlos como dos etapas
complementarias y llamar inspiración a ese tiempo previo a la elaboración
consciente, generalmente la de la reescritura. Desde este punto de vista, se la
puede nutrir, se puede provocar. Podríamos llamarla también curiosidad
creativa.
Dos actitudes
A
través de los tiempos, hay dos actitudes totalmente opuestas frente a la
cuestión de la inspiración: los que la defienden y los que a niegan.
· Los defensores
Uno
de los primeros en defenderla fue Platón, en el Ion:
“No es por
arte, sino por inspiración y sugestión divina por lo que todos los grandes
poetas épicos componen todas estas hermosas poesías; y lo mismo los grandes
poetas líricos.”
Consideraba
que el origen de la escritura se debía al instante en que se perdía el uso de
la razón.
Por
su parte, Rilke escribió:
“Yo también
tengo una misión de Dios, soy ejecutor dócil y humilde de las órdenes que me
dictan, de allá arriba.”
Tanto
Platón como Rilke apelan a los dioses. Sin embargo, hay algo que es evidente,
si hubiera que esperar a que los dioses o Dios nos cantaran a los oídos, nos
dictaran, sólo muy pocos escribirían, serían los elegidos. He aquí un punto
cuestionable.
· Los atacantes
Un
concepto opuesto al que acabamos de ver fue desarrollado por Rodin, para quien
lo único importante era el trabajo. Para él, la inspiración se construía.
Sustituía la voz de los dioses por la voz de la observación; durante cierto
tiempo influyó en Rilke, que revisó sus parámetros y así escribió los “poemas
cosa”.
Por
su parte, Poe decía que componer poemas era una tarea deductiva, y se burlaba
de los inspirados diciendo:
“Los
escritores prefieren dar a entender que componen mediante una especie de bello
frenesí –un éxtasis intuitivo- y literalmente, pero si se echara una ojeada tras
las bambalinas, nos encontraríamos con los innumerables vislumbres de ideas que
no llegaron a la madurez de la visión plena, a las cautelosas selecciones y
rechazos, a los dolorosos borrones e interpelaciones.”
La sugerencia:
Practiquemos
a partir de lo que escriben los autores, no a partir de lo que dicen.
El Pensador, Auguste Rodin (1840-1917)
Mentiras
piadosas
Tanto afirmando que escribían al vuelo de la
pluma como confesando su esfuerzo matemático, los escritores mintieron:
Sin
esfuerzo
Coleridge, el poeta, contaba que una vez se
quedó profundamente dormido durante unas tres horas. En ese lapso, se le
aparecieron en la mente cerca de trescientos versos. En cuanto se despertó,
intentó transcribir (no escribir) el largo poema “recibido”, pero una visita
inesperada no se lo permitió. Tiempo después recuperó una parte y así surgió Kubla Khan. Sin embargo, muchísimos
años más tarde, se demostró que el poema era producto de cantidad de imágenes
y palabras extraídas de sus lecturas y que él conservaba cuidadosamente
guardadas.
Con
esfuerzo
La visión opuesta, pero con los mismos
resultados, es la que nos da Poe.
El contaba que compuso su poema El cuervo paso a paso, siguiendo el
mismo desarrollo que los que se llevan a cabo en una demostración matemática.
Sin embargo, también se pudo comprobar
que el texto fue corregido, transformado y vuelto a elaborar a partir
de pruebas y más pruebas.
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Y tu ¿Qué piensas?