Las ráfagas de
Truman Capote
“Invariablemente tengo la ilusión de que la acción de una historia
–el comienzo, el medio y el final- tiene lugar toda a la vez en mi mente… que
la veo toda entera en un instante. Pero a la hora de ponerla en marcha, de
escribirla, ocurren infinitas sorpresas. Gracias a Dios, porque la sorpresa,
ese giro, la frase que llega de ninguna parte en el momento justo, es el
beneficio inesperado, ese pequeño empujoncillo regocijante que va manteniendo
en pie al escritor.
Hubo un tiempo en el que solía utilizar cuadernos de notas para
escribir bocetos de historias. Pero me di cuenta de que hacer eso era un poco como matar la idea de antemano en
la imaginación. Si el concepto es lo suficientemente bueno, si de verdad te
pertenece, entonces puedes olvidarlo… te perseguirá hasta que lo escribas.”
|
Improvisar o planificar
Existen fórmulas distintas
de creación, a veces complementarias. Las aglutinamos en las dos más
abarcadoras:
- Improvisar
- Planificar
¿Cuál es nuestra preferencia?
Improvisar es ir a la
deriva, dejándose llevar por el azar.
Improvisar es dedicar
demasiado tiempo a acopiar ideas; tiene sus ventajas y sus desventajas. La
ventaja es que a la hora de la escritura definitiva, especialmente en los
textos informativos o argumentativos, reduce nuestra tarea y nos proporciona
más pistas. La desventaja es que puede ser un sustituto del bloqueo: nos
detenemos en lo que hay alrededor del texto en lugar de entrar en el texto. El
otro peligro es que nos disperse.
Improvisar es hacer una
cosa de golpe, sin preparación alguna. Lo contrario es reflexionar.
Planificar es organizar,
previamente a la escritura del texto, los materiales que lo constituirán. Es
trazar un plan, es organizar las ideas y decidir el tono en que se va a narrar.
Por lo tanto, planificar
es reflexionar.
Hay quienes planifican
mentalmente. Esta forma les puede llevar hasta meses y años, pero al escribirlo
consiguen una coherencia total, nada sobra ni nada falta.
La
sugerencia:
Aunque se
prefiera planificar, la improvisación es una actitud liberadora y nos puede
aportar material inesperado.
Se puede:
Planificar directamente
o
improvisar como si fuera un puzzle
y después
reescribir en base a una
planificación previa
o
improvisar directamente y que el
texto resulte coherente pues respondemos a una organización mental en torno a
la idea fundamental y su conexión con las subsidiarias
|
Poner título
Poner título es una
operación contradictoria. Es imposible poner desde el inicio un título
definitivo. Pero como síntesis previa a la escritura puede funcionar y ser un
dispositivo al que recurrir durante el proceso.
Incluso, se puede trabajar
con subtítulos. Hacerlo contribuye a evitar la parálisis, el bloqueo producido
cuando nos enfrentamos a una idea interminable, que no se interrumpe nunca y
que finalmente acaba agotando nuestra capacidad de asociación. En cambio, los
subtítulos actúan como una especie de corte y, en este sentido, nos ofrecen
disparadores variados para un mismo texto.