Disfrazar las referencias
y no responder a su código típico y tópico es una manera de generar la idea.
Si un pasillo oscuro y
tenebroso indica un crimen, emplear el pasillo para hacerle creer al personaje
que pasará algo y que no pase nada.
Darles la vuelta a las
cosas no es solamente emplear el mecanismo contrario que el lector espera por
el hábito para completar una escena, sino también mirar las cosas de otra
manera, desde otra perspectiva.
Convertir los lugares
comunes en insospechados. Un buen ejemplo es el anteriormente citado del
pasillo oscuro y tenebroso. Buscar señales visuales haciendo entrar en contacto
dos referencias diferentes. Por ejemplo, una manzana y la luna coinciden en su
redondez y al hacerlas entrar en contacto pueden convertirse en el germen de
una idea.
Ya en el terreno de la
escritura, podemos utilizar, por ejemplo, un género literario para expresar lo
que de acuerdo a las normas o a las reglas pertenece a otro. Se puede escribir
una declaración de amor encuadrada en un anuncio publicitario. Pero no nos
cansaremos de repetir que escribir es, entre otras muchas cosas, trasgredir las
normas y las reglas, ir más allá de lo que se supone o se espera.
La sugerencia:
Tratar de rescatar lo que del otro lado de as cosas.
La intuición creadora
Con la intuición creadora
se relaciona frecuentemente el consabido estado de la inspiración. A lo largo
de la Historia ,
o bien se ha abusado de ella o bien se la ha negado. Cuando el poeta Maritain
se refiere a ella, dice:
“La inspiración es siempre necesaria
como intuición poética, o sea, en su simiente primaria… Los transportes, los
raptos, los delirios y el frenesí no constituyen sus elementos esenciales: sólo
son señales de la debilidad de la naturaleza, que pueden proceder, por lo
demás, de fuentes espúreas.”
Muchos poetas y
escritores, desde Platón y Aristóteles, creían en su existencia y apuntan
inmediatamente intuiciones que para nosotros no dependen de la Musa , sino que por alguna
razón se percibe algo que es el germen de una idea:
·
una corazonada
·
un rapto
·
una iluminación
súbita
|
Los románticos, por
ejemplo, pasaban del período de inspiración al de inactividad. Alfred de Musset
afirmó:
“No se trabaja: se escucha. Es como
un desconocido que os habla al oído.”
Y Lamartine dijo también:
“No soy yo el que piensa: son mis
ideas las que piensan por mí.”
En realidad a lo que ambos
se referían es al período de concentración, que cada cual resuelve a su manera,
y en el que hay una preparación para recibir al germen que uno mismo provoca.