“Un texto –mientras uno escribe- es
el compendio de toda la literatura. Si en un cuento o en una novela, el lector
recupera su incredulidad –es decir, percibe la ficción como irrealidad- es
porque el relato ha fracasado.”
A.
B. C.
1 La réplica
“Una mujer es inacabable,
está hecha de infinitas mujeres, a la manera de las muñecas rusas. ¿Cómo
encontrar una mujer original, única, que no sea réplica de otras que ya hemos
conocido?”
La réplica, el modelo, el
simulacro, el original y la copia, preocupaciones originadas en la visión de
las tres fases del espejo veneciano del cuarto de vestir de su madre, se
imponen en muchas de las narraciones fantásticas de Bioy Casares.
Ejemplo:
La máquina que inventa
Morel registra una semana de vida en la isla: él, Faustine y sus amigos
vivirán, para siempre, esa semana como réplica de un original y metáfora del
cine.
“Todo lo que he escrito sobre mi destino –con
esperanzas o con temor, en broma o en serio- me mortifica.
Lo que siento es desagradable. Me parece que desde
hace mucho sabía el alcance funesto de mis actos, y que he insistido con
frivolidad y con obstinación… Habría podido tener esa conducta en un sueño, en
la locura… En la siesta de hoy, como un comentario simbólico y anticipado, vino
este sueño: mientras jugaba un partido de croquet, supe que la acción de mi
juego estaba matando a un hombre.
Ahora la pesadilla continúa… Mi fracaso es definitivo,
y me pongo a contar sueños. Quiero despertar y encuentro esa resistencia que
impide salir de los sueños más atroces.”
La invención de Morel
2 El detalle revelador
Narrar describiendo es lo
que hace Bioy en buena parte de sus relatos. Los detalles significativos abren
la expectativa del lector.
Ejemplo:
“Lo tomaron
en Tupungato y Almafuerte. Morales pensó que serían médicos del Hospital Penna;
o tal vez un médico y un practicante. Se dijo: ‘Penna. Qué nombre para un
hospital’. Explicaría después: ‘Pavadas que a uno se le ocurren y que, llegado
el momento, ayudan a recordar, porque el taximetrero no se acuerda de todos sus
viajes’. Uno de los pasajeros ordenó:
-A Callao y Corrientes, por favor.
Notó el ‘por favor’. ‘La gente educada a veces da buen
trato’, reflexionó, y los miró por e espejito. El viejo, que era de baja
estatura, tenía la cabeza redonda como una bocha. Una bocha de pelo muy blanco,
rapado, o poco menos. Llevaba lentes de un modelo que nunca había visto: sin
patillas, ni borde, prendidos de la nariz por una pinza metálica.”
Un campeón desparejo
3 Lo extraño creíble
Dice Bioy: “El autor de literatura fantástica tiene que
volver creíble cosas muy extrañas. Para eso, debe de poner orden en la
exposición y tener una sabiduría capaz de orientar al lector, después
desorientarlo y por fin llevarlo a la revelación final. Es la misma
inverosimilitud de la literatura fantástica lo que exige ser muy racionales y
astutos para usar los argumentos que van a hacer pasar los sofismas por verdades.”
Ilustración de la cubierta
de “Un campeón desparejo”, obra de
David Stimpson
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