domingo, 30 de noviembre de 2014

Técnicas y temas del oficio – Autorretrato – Parte 1 de 3



Autorretrato

Retratarse uno mismo implica un reconocimiento de aquello que vemos en el espejo o que nos cuentan los otros; más que reconocimiento, es un medio de conocimiento.
El autorretrato es una descripción tanto física como psíquica cuyo efecto es narrativo. Es decir que se describe para contar algo de la persona que describe. Por lo tanto, el narrador es uno de los que emplean la primera persona: yo.
Como punto de vista desde el cual se enfoca resulta más limitado si se trata de la descripción externa que de la interna. Hay que tener muy en cuenta estos aspectos si nuestra intención es escribir una novela o un cuento cuyo protagonista es un personaje que se autorretrata.

La descripción externa

¿Cómo somos “por detrás”? ¿Qué referentes tenemos de nuestra manera de caminar? Definirnos exactamente de espaldas o en movimiento, por ejemplo, sería imposible sin el aporte de los demás que nos informan: “te convendrá hacer gimnasia, caminas encorvado”; “tienes polvillo en la espalda, déjame que te limpie”.  También podemos averiguarlo a través del espejo o de un vídeo en el que nos observemos a nosotros mismos. Cuántas veces nos quedamos mirando una fotografía sin reconocernos. O, tal vez, sin conocernos. Precisamente, encarar una descripción externa es ahondar en nuestro propio conocimiento.


Modos de autorretratarse

Son diferentes los modos de enfrentar este tipo de descripciones. Cada uno de estos modos puede dar lugar a la creación de una personalidad diferente.
Decíamos que autorretratarnos puede ser una práctica para conocernos.
Por ejemplo, de acuerdo al orden en que expongamos nuestras cualidades o nuestros defectos, comprenderemos cómo somos, si nos valorizamos o nos desvalorizamos.
No señalamos esta cuestión desde el punto de vista psicológico, sino como otro contacto con el mundo interno para aprovecharlo en la escritura.
Lo observamos, entonces, indicando una serie de características físicas personales y las indicamos en una determinada gradación.

Primera posibilidad

La gradación es la siguiente:

            1  El aspecto que consideramos agraciado.
            2  Aspectos menos favorecedores que el primero.
            3   Lo que consideramos un defecto.
            
Ejemplo:

1  Sé que mi pelo atrae miradas de envidia por sus reflejos rojizos.
            2  Aunque es demasiado rizado para mi gusto.
            3  Y las pecas dan una expresión tonta a mi cara.

Segunda posibilidad

La gradación es la contraria a la anterior:

            1  Lo que consideramos un defecto.
            2  Otros defectos menores.
            3   Lo que consideramos atractivo.
            
Ejemplo:

1  Tengo la cara cubierta de pecas que me convierten en un monstruo.
            2  Aunque mi pelo es demasiado rizado.
            3  Atrae miradas de admiración por sus reflejos rojizos.

Otras posibilidades

  • Explicar sólo lo negativo.

Ejemplo
Soy demasiado delgado, tanto que me comparo con un arbusto; mis uñas son débiles y quebradizas, mi pelo ralo y mis ojos demasiado hundidos.

  • Explicar sólo lo positivo.

Ejemplo
Me miro las pestañas y las cejas espesas y me alegro de haber heredado de mi abuelo también los labios gruesos que están de moda y dicen que indican generosidad.


De lo personal a lo literario

En cualquiera de los casos citados anteriormente, los enfoques personales pueden constituir un obstáculo a la hora de escribir un relato y emplear el autorretrato como técnica narrativa.
Son enfoques parciales y subjetivos. Distanciarnos de nuestro gusto en cuanto a los aspectos físicos de las personas es obligatorio para conseguir un buen cuento o una buena novela.

Inventar en función de lo que conviene a la trama y no al autor


En consecuencia, cuando nos planteamos el autorretrato de un personaje, debemos responder a las necesidades de la narración y no a nuestros gustos particulares.
Veámoslo:
  • Nosotros podemos considerar que, de acuerdo con nuestros parámetros y con nuestra historia personal, un lunar es una imperfección, y tener uno en cualquier parte del cuerpo, una desgracia.

  • Sin embargo, por determinadas razones del relato, puede resultar adecuado que el personaje tenga en el cuello precisamente un lunar y lo señale como algo positivo y seductor.

  • En consecuencia, nuestro personaje se referirá a su lunar como una ventaja; mientras que para nosotros sería una desventaja.
Por lo tanto, no hay que cerrarse en uno mismo y sus condicionamientos a la hora de encarar un autorretrato. Una práctica efectiva es recabar opiniones acerca de una característica física para ampliar el espectro.


Conclusión:
No hay que descartar la inevitable contradicción entre nuestros sentimientos y los sentimientos del personaje



Una voz narrativa

El dominio de la voz narrativa, que planteamos constantemente, va absolutamente ligado a la credibilidad del lector.
Para ello, hay que ponerse el situación, es decir, en la situación que “vive” el personaje correspondiente en el momento (lo que es igual a decir: “en el párrafo, en la secuencia”) correspondiente.
Ponerse en situación en el caso del autorretrato es entender lo que el personaje que hace el retrato de él mismo, que se presenta de esta manera, puede y no puede saber de sí mismo.


Recordar
La eficacia de la voz narrativa, también cuando se trata del autorretrato, depende de cómo expresamos la información.



Lo no creíble

Teniendo en cuenta lo anterior, un autorretrato es creíble siempre y cuando lo que enuncie sea posible para el personaje.
Por ejemplo, si enuncia:

“Soy alto, cuando camino parezco un plumero, sobre todo de espaldas.
Voy avanzando y me voy arqueando como un junco.
Cuando sea viejo, no tendré dientes”

El enunciado anterior no es creíble porque es una información que no puede conocer. Al tratarse de un autorretrato, el personaje no debería saber qué parece al caminar. Sólo en situaciones como las de la literatura fantástica, la ciencia-ficción o en situaciones humorísticas, lo imposible pasa a ser creíble.
Para que resultara creíble, el enunciado anterior podría plantearse de la siguiente manera. Vamos a desglosarlo para que se entienda mejor:

·         alto (lo sabe);
·         cuando camino parezco un plumero (para que sea creíble, podría ser: “me parece que cuando camino parezco un plumero”).
·         sobre todo de espaldas (para que sea creíble, podría ser: “dicen que parezco un plumero sobre todo de espaldas”).


Es decir, que agregar un matiz de duda o de comentario ajeno hace que resulte creíble la voz del autorretratado cuando habla de algo que no puede conocer.