El método de ver
principios de historias
Así cuenta don Nepomuceno Carlos de Cárdenas lo
que pasó como consecuencia de sus enseñanzas:
“Todas las noches acostumbro
a tomar una copa de Oporto antes de irme a dormir, sentado en el balcón que
da a poniente. Así me encontraba una noche cuando oí gran griterío en el
poblado de mis criados, que no dista más de doscientos metros de la casa
principal. Cogí las dos pistolas que siempre tengo a punto en mi escritorio y
salí para indagar lo que sucedía. En la plazuela que se abre en medio de las
cabañas encontré a hombres y mujeres en estado de gran excitación y con
grande susto. Estaban sentados alrededor de un fuego donde preparaban la
cena, cuando uno de los criados, sin duda siguiendo mis consejos, dijo que la
hoguera parecía la lengua de un animal y que estaban todos dentro de su boca.
La noche era oscura y, tanto afán puso el narrador en convencerlos de su
idea, que acabaron por sentirse en las fauces de un ser desconocido. Quiso el
azar que una ráfaga de viento, de las que aquí se levantan con frecuencia,
agitara las copas de los árboles y tronchara alguna rama. Una mujer gritó:
‘¡Que se cierra la boca!’, y la desbocada imaginación de los demás hizo el
resto.”
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“La imaginación es un
músculo que hay que estimular cada día”
Buñuel
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Incorporar lo cotidiano
Ernest Renau considera la
imaginación como “la facultad que dibuja, modela y da colorido a nuestras ideas
y la intermediaria indispensable entre el pensamiento, el deseo y la
realización”.
Coincide, en parte, con
quienes hablan de una armonía biológica, psíquica y sociológica como sinónimo
de la función imaginativa. Para lograr dicha armonía, que es propia del hombre,
la cuestión es encontrar las vías y los momentos apropiados de uno mismo. En
este sentido, tenemos que:
1 Prestar atención
Concentrarse
en algún aspecto del mundo cotidiano. Por ejemplo, en el gato que está echado a
nuestros pies. Atender a su postura.
2 Memorizar
Podemos
recordar otro gato o algo que tenga relación con lo que observamos.
De ambos pasos, prestar
atención y memorizar, surgirá naturalmente el tercero, es decir la
idea que coloreará la imaginación.
La sugerencia:
Observar y memorizar como etapas sucesivas, partiendo incluso de lo más
insignificante.
¿Concentrarse en la
casa o en el bar?
Hay quienes se distraen en
los lugares abiertos, un mínimo de brisa les impide la concentración. A otros
es pasa lo contrario.
Para escribir, y sobre
todo en este proceso de antes del texto, debemos aprender a conocernos,
respetar nuestras necesidades y evitar la incomodidad. Si preferimos el
interior de una casa, es apropiado tener un rincón confortable y pasarnos horas
en él. Pero es conveniente no descartar el movimiento. Mover el cuerpo agiliza
también las ideas. Tanto hacer gimnasia como salir a caminar pueden ser
ejercicios muy beneficiosos. Es muy probable que aquella idea que se negaba a
perfilarse asome durante el movimiento o el cambio de espacio.
Escribir en los bares ha
sido frecuente en muchos escritores como Hemingway, Simone de Beauvoir o Joyce.
Si preferimos escribir en
el bar, tratemos de llegar a horas que no sean las de la comida o la cena.
Escribir en un bar puede facilitarnos la concentración al ofrecernos una
distracción ajena a nuestro trabajo. A muchos nos va bien. Igual que Mozart
que, cuando componía, le pedía a su mujer que le leyera novelas.
Gérmenes posibles
Los gérmenes de los que
nace una idea pueden ser:
1
ínfimos
2
pequeños
3
grandes
4
enormes
5
fragmentarios
6 casi completos
(nunca del todo pues se completan durante el proceso de escritura)
Dos condiciones se
necesitan para captarlo:
1
preparar las antenas imaginarias
2
no estar fatigados pues entonces las
antenas no funcionarán
Ejemplos de gérmenes
posibles para una idea:
1
un gesto visto al pasar
2
un sombrero que se vuela
3
el anuncio de una movilización social
4
una chica muy alta que tiene que agacharse
para que su compañero la abrace
5
un cuarentón que se mete en la
conversación de tres mujeres a la salida de un cine.
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