lunes, 16 de julio de 2012

Secretos y recursos de la creatividad – Explorar el territorio de la imaginación – Parte 3




Las visiones

Imaginación tenemos todos naturalmente. Pero provocarla o practicarla es aprender diferentes mecanismos de conversión.
Nuestra arma fundamental es la visión. De hecho a quienes escapan de la realidad diciendo que hay lo que no hay, se les suele alertar:

“Tu ves visiones”

La podemos dividir, para nuestros fines, en interna o externa.

Cuando hablamos de visión interna, nos referimos a las visualizaciones.

Cuando hablamos de visión externa, nos referimos a los modos de observar.


     
   1  Las visualizaciones

            Visualizar es, en cierto modo, sinónimo de imaginar.

No son pocos los que dedican unos minutos o más a la meditación y dejan pasar por su mente lo que luego llevarán y continuarán en el papel.

Hay visualizaciones dirigidas que podemos practicar a partir de historias mínimas. Se trata de cerrar los ojos y ver esa situación para luego dejarse llevar por lo que aparezca de modo inesperado.

Por ejemplo:

Visualización dirigida a partir de:

Estoy a la orilla de un lago. Junto a un árbol veo un manojo de llaves y un trozo de espejo. El lago está sereno. A lo lejos, de una chimenea sale un humo negro. Son las cuatro de la tarde. Hay sol.


     
   2  Modos de observar

Al observar algo real, la idea es detenerse hasta que podamos convertirlo en algo imaginario.

            Para ello se puede:

                        Compararlo

                        Tergiversarlo

                        Trastornarlo

                        Etc.



“Dar como un todo suficiente un complejo de relaciones fantásticas en as que consiste la propia percepción de la realidad”

Cesare Pavese





Atravesar lo real



Valorar una novela o una película porque “refleja la realidad” es una equivocación. La realidad no está organizada con un sentido estético, la película o la novela sí. Y ese sentido hace que se trate de dos materias no opuestas, pero sí muy diversas.
Teniendo en cuenta esta aclaración, hablamos de atravesar lo real en lugar de imitarlo. Así lo hizo Picasso, cuyo Guernika es más “real” que cualquier fotografía de la matanza porque destaca a través de la fragmentación del estilo cubista el horror mediante la composición de los detalles.



Debido a que el hecho estético crea una nueva realidad, cada elemento del cuadro está relacionado con la totalidad y nos dice más que lo que muestra.

Así lo explica Octavio Paz:
“Le debo a la fotografía una de mis primeras experiencias artísticas. Fue en mi adolescencia y la experiencia está asociada a mi descubrimiento de la poesía moderna. No era difícil reconocer en una de aquellas imágenes (se refiere a tres fotos de Álvarez Bravo) a las hojas de una planta del patio de mi casa, ni en las otras dos al tronco del fresno y a la cortina del estudio de uno de mis profesores. Al mismo tiempo, aquellas fotos eran enigmas en blanco y negro, callados pero elocuentes: sin decirlo, aludían a otras realidades y, sin mostrarla, evocaban a otras imágenes. Cada imagen convocaba, e incluso producía, otra imagen. Así, las fotos de Álvarez Bravo fueron una suerte de ilustración o confirmación visual de la experiencia verbal a la que me enfrentaban diariamente mis lecturas de los poetas modernos: la imagen poética es siempre doble o triple. Cada frase, al decir lo que dice, dice otra cosa. La fotografía es un arte poético porque, al mostrarnos esto, alude o presenta a aquello.”





 Método para escribir un cuento

Cada escritor tiene su método para escribir un cuento. El vasco Bernardo Atxaga tiene múltiples ideas y métodos como el que transcribimos a continuación, y que él ha llamado
Método para escribir un cuento a vuelapluma.
Va dirigido humorísticamente a los escritores que buscan la velocidad y son poco amigos de tachaduras y notas al margen:

“Una vez relajados, con los folios numerados y la pluma estilográfica en la mano, observamos con atención.
¿Qué se ve desde la ventana? (…) ¿Algún parque? ¿Se ve algún parque? ¿Se ve quizá una ría que, viniendo del mar, acaba adentrándose en la parte baja de una ciudad?
Imaginemos que eso es lo que vemos (…) De todas formas vamos a mantenernos en posición contemplativa durante un buen ato (…) En ese momento hay que aprovechar la concentración, identificarse con la pluma y ponerse a volar con ella (…)
Hay cosas que se mueven o parecen moverse, Y el que más se mueve de todos es un anciano que brinca una y otra vez y parece bailar una jota. Reflexionemos un poco, concentrémonos un poco más: ¿qué hace en realidad ese anciano? ¿Intenta entretener al nieto que, posiblemente, se ha puesto a llorar en su cochecito?
De acuerdo, no es fácil (…) Dos o tres fracasos no nos deben preocupar, la gloria de la literatura a vuelapluma corresponde a los fuertes, a los incansables, a los voluntariosos (…) Hay gente que lo ha conseguido en el decimoséptimo intento.”





Recapitulando…


1  La imaginación es la mejor arma del escritor.

2  Practicar, transformarse en otro sujeto u objeto, y sentir cómo sentiría ese sujeto particular o ese objeto elegido.

3  Después de imaginar, conjeturamos para desfogar la imaginación.

4  Conjeturar sobre lo que ocurre a nuestro alrededor para obtener material literario.

5  Descubrir otras formas a partir de las reales, para obtener una doble visión de las cosas.

6  Ver lo familiar como extraño y lo extraño como familiar.

7  Examinar la construcción de las palabras para encontrar en ellas otras palabras.

8  Es conveniente practicar tanto la visión interna (visualización) como la externa (observar y transformar).

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