Las visiones
Imaginación tenemos todos
naturalmente. Pero provocarla o practicarla es aprender diferentes mecanismos
de conversión.
Nuestra arma fundamental
es la visión. De hecho a quienes escapan de la realidad diciendo que hay lo que
no hay, se les suele alertar:
“Tu ves
visiones”
La podemos dividir, para
nuestros fines, en interna o externa.
Cuando hablamos de visión interna, nos referimos a las
visualizaciones.
Cuando hablamos de visión externa, nos referimos a los modos de
observar.
1 Las visualizaciones
Visualizar es, en cierto modo, sinónimo de imaginar.
No
son pocos los que dedican unos minutos o más a la meditación y dejan pasar por
su mente lo que luego llevarán y continuarán en el papel.
Hay
visualizaciones dirigidas que podemos practicar a partir de historias mínimas.
Se trata de cerrar los ojos y ver esa situación para luego dejarse llevar por
lo que aparezca de modo inesperado.
Por ejemplo:
Visualización dirigida a
partir de:
Estoy a la orilla de un lago. Junto a
un árbol veo un manojo de llaves y un trozo de espejo. El lago está sereno. A
lo lejos, de una chimenea sale un humo negro. Son las cuatro de la tarde. Hay
sol.
2 Modos de observar
Al
observar algo real, la idea es detenerse hasta que podamos convertirlo en algo
imaginario.
Para ello se puede:
Compararlo
Tergiversarlo
Trastornarlo
Etc.
“Dar como un todo suficiente un
complejo de relaciones fantásticas en as que consiste la propia percepción de
la realidad”
Cesare Pavese
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Atravesar lo real
Valorar una novela o una
película porque “refleja la realidad” es una equivocación. La realidad no
está organizada con un sentido estético, la película o la novela sí. Y ese
sentido hace que se trate de dos materias no opuestas, pero sí muy diversas.
Teniendo en cuenta esta
aclaración, hablamos de atravesar lo real en lugar de imitarlo. Así lo hizo
Picasso, cuyo Guernika es más “real” que cualquier fotografía de la matanza
porque destaca a través de la fragmentación del estilo cubista el horror
mediante la composición de los detalles.
Debido a que el hecho
estético crea una nueva realidad, cada elemento del cuadro está relacionado
con la totalidad y nos dice más que lo que muestra.
Así lo explica Octavio Paz:
“Le debo a la fotografía
una de mis primeras experiencias artísticas. Fue en mi adolescencia y la
experiencia está asociada a mi descubrimiento de la poesía moderna. No era
difícil reconocer en una de aquellas imágenes (se refiere a tres fotos de
Álvarez Bravo) a las hojas de una planta del patio de mi casa, ni en las
otras dos al tronco del fresno y a la cortina del estudio de uno de mis
profesores. Al mismo tiempo, aquellas fotos eran enigmas en blanco y negro,
callados pero elocuentes: sin decirlo, aludían a otras realidades y, sin
mostrarla, evocaban a otras imágenes. Cada imagen convocaba, e incluso
producía, otra imagen. Así, las fotos de Álvarez Bravo fueron una suerte de
ilustración o confirmación visual de la experiencia verbal a la que me
enfrentaban diariamente mis lecturas de los poetas modernos: la imagen
poética es siempre doble o triple. Cada frase, al decir lo que dice, dice
otra cosa. La fotografía es un arte poético porque, al mostrarnos esto, alude
o presenta a aquello.”
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Método para escribir
un cuento
Cada escritor tiene su método para escribir un cuento. El
vasco Bernardo Atxaga tiene múltiples ideas y métodos como el que
transcribimos a continuación, y que él ha llamado
Método para escribir
un cuento a vuelapluma.
Va dirigido humorísticamente a los escritores que buscan la
velocidad y son poco amigos de tachaduras y notas al margen:
“Una vez
relajados, con los folios numerados y la pluma estilográfica en la mano,
observamos con atención.
¿Qué se ve
desde la ventana? (…) ¿Algún parque? ¿Se ve algún parque? ¿Se ve quizá una
ría que, viniendo del mar, acaba adentrándose en la parte baja de una ciudad?
Imaginemos
que eso es lo que vemos (…) De todas formas vamos a mantenernos en posición
contemplativa durante un buen ato (…) En ese momento hay que aprovechar la
concentración, identificarse con la pluma y ponerse a volar con ella (…)
Hay cosas que
se mueven o parecen moverse, Y el que más se mueve de todos es un anciano que
brinca una y otra vez y parece bailar una jota. Reflexionemos un poco,
concentrémonos un poco más: ¿qué hace en realidad ese anciano? ¿Intenta
entretener al nieto que, posiblemente, se ha puesto a llorar en su cochecito?
De acuerdo,
no es fácil (…) Dos o tres fracasos no nos deben preocupar, la gloria de la
literatura a vuelapluma corresponde a los fuertes, a los incansables, a los
voluntariosos (…) Hay gente que lo ha conseguido en el decimoséptimo intento.”
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Recapitulando…
1 La imaginación es la mejor arma
del escritor.
2 Practicar, transformarse en otro
sujeto u objeto, y sentir cómo sentiría ese sujeto particular o ese objeto
elegido.
3 Después de imaginar, conjeturamos para
desfogar la imaginación.
4 Conjeturar sobre lo que ocurre a nuestro
alrededor para obtener material literario.
5 Descubrir otras formas a partir de las reales,
para obtener una doble visión de las cosas.
6 Ver lo familiar como extraño y lo extraño como
familiar.
7 Examinar la construcción de las palabras para
encontrar en ellas otras palabras.
8 Es conveniente practicar tanto la visión
interna (visualización) como la externa (observar y transformar).
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