Recuperar historias orales
Recuperar las historias que nos contaron en alguna época de
nuestra vida puede ser muy productivo. De hecho, lo ha sido para muchos
escritores que han disfrutado en su infancia de los cuentos alrededor del fuego
o cuando a la hora de dormir un padre o una abuela les narraban historias que
se confundían con sus sueños. Años más tarde no sólo generaron en ellos la
necesidad de escribir, sino que las recuperaron imponiéndoles un matiz
personal. Así mismo, rescataron anécdotas, comentarios, diálogos escuchados
tras las puertas y los enlazaron con otros inventados
La
sugerencia:
Recopilar
anécdotas ajenas y apropiarse de algún detalle de cada una o de su totalidad.
Practicar imitando
Durante el proceso de aprendizaje, se puede investigar cómo
han llegado otros escritores a construir su texto. La lectura es una fuente inagotable de recursos para todo escritor, y
la mejor escuela. El paso siguiente es desmontar los mecanismos que a uno
le parezcan más interesantes como para reconstruirlos. Es decir, imitarlos.
Se trata de observar lúcidamente los modelos y dominar
algunos ardides. Lo ideal es imitar un párrafo de un escritor y luego de otro y
de otro y de otro, y así sucesivamente, a la búsqueda del estilo propio.
Hacerlo con todo tipo de géneros, de estilos literarios y de escritores de
todas las épocas.
Hay ejemplos de escritores que comprendieron cuál debía ser
su estilo a partir de determinadas lecturas.
Para los expertos en otras lenguas, traducir es un ejercicio
enriquecedor en este sentido. El oficio de muchos grandes escritores ha sido el
de traductor.
La
sugerencia:
Fusionar
trozos o párrafos de diferentes textos escritos en diferentes estilos, hasta
conseguir un texto que se sienta como propio.
Nota personal:
cualquier método para llegar a escribir es válido, si se consigue hacerlo. En
cuanto a la búsqueda del estilo propio, diré que me gusta especialmente el
párrafo “Practicar imitando” y aconsejo que se haga porque, aunque es fácil
pensar “tal escritor me ha sorprendido o gustado especialmente su estilo, por
tanto el mío debe ser parecido al suyo”, y a lo mejor esto es cierto, pero no
descartemos el practicar otros, a lo mejor estamos más cómodos con otra manera
de escribir.
Guardar todo
No desdeñar lo escrito en nuestros primeros tiempos de
trabajo. El hombre es un ser temporal, y el paso del tiempo se mide por
nuestras acciones y reacciones. Cada período de nuestra vida guarda una
variedad de vivencias a menudo irrepetibles. En consecuencia, lo registrado en
un momento determinado puede servirnos para caracterizar a un personaje. Es la
“magdalena” de Proust, el detalle singular que le provoca a cada individuo la
apertura de una compuerta, la punta de un hilo generador de material rico para
ser trasformado estéticamente.
Por otra parte, a medida que aprendemos el oficio,
aprendemos a recuperar aquello que nuestra inexperiencia consideró descartable.
La
sugerencia:
Coleccionar
apuntes de todas las épocas.
Dijo Aristóteles: “La habilidad en expresar una idea es tan
importante como la idea misma”
Italo Calvino y los relatos orales
En el prólogo de El sendero de los nidos de araña, su
primera novela, Italo Calvino explica cómo empezar a escribir puede ser
consecuencia de lo escuchado oralmente
“Habíamos vivido la guerra y los más jóvenes (…) nos
sentíamos vencedores (…) muchas cosas nacieron de aquel clima, incluso el tono
de mis primeros cuentos y de mi primera novela.
El haber salido de una experiencia – guerra, guerra civil –
que no había perdonado a nadie, establecía una inmediatez de comunicación entre
el escritor y su público: nos encontrábamos cara a cara, cargados por igual de
historias que contar, todos habíamos tenido la nuestra, todos habíamos vivido
vidas irregulares, dramáticas, de aventuras, nos arrebatábamos la palabra de la
boca. Al principio, la renacida libertad de hablar
Quien comenzaba entonces a escribir se encontraba, pues,
tratando la misma materia que el narrador oral anónimo: a las historias que
habíamos vivido personalmente o de las que habíamos sido espectadores, se
añadían las que nos habían llegado ya como relatos, con una voz, una cadencia,
una expresión mímica. Durante la guerra partisana las historias se
transformaban apenas vividas y se transfiguraban en historias contadas por las
noches en torno al fuego, iban adquiriendo un estilo, un lenguaje, un humor
como de bravata, una búsqueda de efectos angustiosos o truculentos. Algunos de
mis cuentos, algunas páginas de la novela tienen en su origen esa tradición oral
recién nacida en los hechos, en el lenguaje”
¿Quiénes aconsejaron a Ezra Pound?
Cuando le preguntaron a Ezra Pound si alguien había sido
lector de sus trabajos y lo había ayudado criticando o podando, Pound
respondió:
“Aparte de Fordie (Ford Madox Ford) que se tiraba al suelo
indecorosamente y se agarraba la cabeza con las manos y en una ocasión se puso
a gemir, no creo que nacie me haya ayudado con mis manuscritos. Las cosas de
Ford parecían demasiado extravagantes, pero él encabezó la lucha contra los
arcaísmos. Me ayudó a conseguir un lenguaje sencillo y natural”.
(The Paris Review, 1953)
Desechar lectores sordos
No insistir en leer lo que hayamos escrito a quienes “no se
lo merecen”. Buscar el público adecuado es un estímulo para escribir. Los
lectores más apropiados son, en general, las personas que también escriben. No
sólo miran nuestros manuscritos desde un ángulo de comprensión, sino que pueden
aportarnos nuevas ideas. Si es el mismo lector interesado el que nos sigue
páginas tras páginas, el beneficio será doble, pues nos irá enseñando los
cambios (positivos o negativos) a medida que transcurren los textos.
La
sugerencia:
Coleccionar
apuntes de todas las épocas.
Atender a los matices
Cuando decimos que el escritor debe ser un observador
exhaustivo, consideramos ineludible el valor de los matices en todos los
campos. Lo podemos ver en unos poco ejemplos:
- En el campo de los sonidos:
Diferenciar un murmullo, de un susurro, de un rumor, etc.
- En el campo de las cualidades:
Diferenciar lo bonito de lo bello, de lo hermoso, de lo
precioso, de lo primoroso, etc.
- En el campo del conocimiento:
Diferenciar lo comprensible de lo inteligible, de lo
cognoscible, de lo identificable, etc.
- En el campo de las diferencias:
Diferenciar lo divergente de lo contrastante, de lo
discrepante, etc
La
sugerencia:
Probar
las posibles gamas de cada término referido a un concepto.
Recapitulando…
Plan de trabajo para debutantes (y no tanto…)
1 Escribir
cada día durante un tiempo fijo
2 Manipular
el lenguaje con los utensilios idóneos
3 Encontrar
un espacio físico apropiado
4 Transgredir
la lógica y lo cronológico
5 Dedicarse a
la caza de ideas
6 Aprender de
otros
7 No eliminar
nuestros primeros textos
8 Seleccionar
lectores aptos
Me gustaría felicitarte por este blog, me resulta entretenido y de gran ayuda. De momento voy por aquí, pero seguiré avanzando.
ResponderEliminarEspero que con el tiempo vaya llenando mi blog (http://creoquetehasequivocado.blogspot.com.es) de más y mejores historias.
Y en parte será gracias a esto.
Gracias a tí por comentarlo, Javier, si escribes un blog sabrás cuánto animan a seguir adelante este tipo de comentarios... me alegro mucho de que el taller te esté entreteniendo y que te esté siendo útil... ¡qué mas se puede pedir! ¿Verdad? - un abrazo y hasta siempre...!
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