La poesía tiene
movimiento, no es algo estático. Cada poeta inventa el movimiento al elegir
determinadas palabras y configurar con ellas un dibujo singular. El movimiento
así determinado es rítmico. En un poema, el ritmo de debe sentir como se siente
el de una melodía. Para ello, hay modos de intensificar la eficacia de lo
lírico. Uno de esos modos es seleccionar las palabras; otro es disponerlas en
ese ámbito cerrado y particular según una disposición determinada de la materia
verbal.
A veces, la arquitectura
verbal y el tema son coincidentes. Nos referimos a cómo se dice y a qué se
dice. Es lo óptimo en un poema.
Ritmo, ritmo
Veamos
dos poemas en los que de acuerdo a la disposición verbal se apreciará un
sentido y un ritmo diferentes.
El
primer poema es de Jacques Prevert:
Desayuno
Echó café
En la taza
Echó leche
En la taza de café
En el café con leche
Con la cucharilla
Lo revolvió
Bebió el café con leche
Dejó la taza
Si hablarme
Encendió un cigarrillo
Hizo anillos
De humo
Volcó la ceniza
En el cenicero
Sin hablarme
Sin mirarme
Se puso de pié
Se puso
El sombrero
Se puso
El impermeable
Porque llovía
Y se marchó
Bajo la lluvia
Sin decir palabra
Sin mirarme
Y me cubrí
La cara con las manos
Y lloré
El
poema se caracteriza especialmente por:
- Disposición verbal:
cada verso indica un corte rítmico. Lo marca la mayúscula inicial de cada
verso a pesar de que no hay un punto final en cada línea.
- Tema: hablar de una
ruptura, de un corte.
El
segundo poema es de Ariel Rivadeneira:
Tarde
Infinita esta noche
y este rincón
y el tiempo
El juego de dejar caer el verbo
en el café
que antes
me saboreó por dentro
mis adjetivos sueltos
Pronombre personal donde me habito
en primera persona
de un yo muy singular y de poemas
que a veces pluralizo en la que llega
Sustantivo tan propio que al nombrarte
me nombra
en el paisaje
Sujeto de los dos
y el predicado
es una tarde que festeja sueños.
Como
se puede observar, el poema precedente se caracteriza especialmente por:
- Disposición verbal: los
versos se reúnen, se enlazan, en conjuntos de tres, de conco, de cuatro,
de tres y de tres.
- El poema habla de un
enlace, de un encuentro.
Los recursos
del poeta
Juan
Ramón Jiménez, poeta de minorías, dice que la comunicación posible no es
hacia el grupo sino hacia el individuo. Para el poeta, la poesía no es “una” labor
del hombre, sino una labor “suya” de hombre: su vida.
La belleza
Para
Juan Ramón Jiménez la belleza era un objetivo vital:
"No soy un literato, soy un poeta
que realizó el sueño de su vida. Para mí no existe más que la belleza."
En
su continua búsqueda de la belleza utiliza la técnica de la depuración. Parte
importante de esta depuración es la desnudez; a este respecto escribía:
“Poesía pura no es
poesía casta, ni doble, ni química, ni aristocrática, ni abstracta. Es poesía
auténtica, poesía de calidad… Pero esta poesía pura (y no hay otra) ha de ser
siempre poesía responsable. Aquí está la cuestión. El hombre despierto debe
responder hasta el hombre dormido. Y el poeta verdadero debe responder
siempre, con su mitad consciente, de lo que escribe su mitad subconsciente,
oscuro o claro, absurdo o lógico, natural o extravagante. Debe responder
siempre de cualquier extremo de poesía pura que hable, escriba o cante. Y
también de la que no exprese.
Su depuración lírica indica cuatro actitudes:
1
Soñar
Según él, el poeta sueña, su vida es sueño. Todo lo que
vive, el amor, los paisajes, son visiones irreales, soñadas más que reales.
2
Admirar
Contemplar y gozar de esa contemplación, escuchar la
vida. El poeta admira las cosas que le atraen de una manera sensual: la luz,
el color, la presencia femenina.
3
Discrepar
Cuando Juan Ramón discrepa lo hace generalmente
refiriéndose a ambientes sociales personificados. El se cree diferente y al
margen del mundo.
4
Inventar
El poeta aspira a una obra perfecta, completa, y para
conseguirlo hay que inventar la poesía. Una idea juanramoniana es:
La poesía es el encuentro después del
hallazgo
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