El diario íntimo/2
Ya dijimos que el diario íntimo
literario comprende dos vertientes: el diario personal del escritor y las
novelas o cuentos escritos desde el punto de vista de un narrador en primera
persona.
En su diario personal, el escritor
registra tanto los conflictos como las ideas para su futura producción. Se han
dado casos de escritores que llevaban un diario en el que apuntaban cuestiones
subjetivas y que los editores han convertido en best-sellers.
En otros casos, las notas del
oficio resultaron ser excelentes textos poéticos. Incluso páginas enteras del
diario se han convertido en cuentos con principio, medio y final.
Diarios de notas
Lo que caracteriza al
diario íntimo como tal es el registro espontáneo.
Llevar un diario “de
escritor” es conveniente. Tal y como lo hizo el norteamericano Henry James,
cuyos nueve cuadernos, fechados entre noviembre de 1878 y mayo de 1911, se
publicaron bajo el título Cuadernos de notas.
Constituyen un testimonio
directo de su pasión por escribir y de las dificultades que debía superar en el
proceso.
Los primeros tres son
memorias de viajes, reflexiones y estados de ánimo. En los restantes, la
narración y sus vericuetos es el común denominador:
“Una suerte
de imagen concentrada de un modo de sentir el oficio de la escritura.”
En muchos casos, hay
material que resultó ser más tarde el esbozo de un cuento. Casi todo lo que
escribió está registrado en los cuadernos.
Veámoslo.
Henry James explica en sus
cuadernos aspectos de sus obras, que pueden ser:
- La idea principal;
- un primer boceto;
- exámenes minuciosos de secuencias dramáticas:
la importancia de cada elemento y la función de cada personaje;
- el complicado desarrollo de la redacción, como
cuando se refiere a lo que Maisie sabía;
- esquemas casi iguales al relato definitivo;
- resúmenes de novelas complejas como Los
embajadores.
Sus notas son verdaderas
lecciones cuya aplicación podemos confrontar en su obra. A veces, un apunte fue
utilizado diez años después como germen de una narración:

El diario de Henry
James
Para James, llevar un diario no sólo era un modo de trabajar
en un campo apto para el análisis literario y para la introspección, sino que
era un modo de apresar la vida.
He aquí
un ejemplo del registro del oficio:
“34
D.V.G. 10 de enero de 1896.
Voy a
hacer para O.C., en 7000 palabras, el temita de las dos personas que nunca en
la vida se encontraron. Lo preveo en cinco capítulos, todos diminutos e
intensamente escuetos, con cada palabra y cada toque contando algo. Sólo me
queda llevarlo al papel; pero antes de dar un solo paso he de verlo claro
como el cristal.”
Y un
fragmento referente a su introspección:
“(…) y
ahora que soy más viejo, que tengo más tiempo, que la tarea de escribir me
resulta más onerosa y puedo hacerlo más libremente, debería esforzarme por
guardar, hasta cierto punto, un registro de las impresiones pasajeras, de
todo aquello que va y viene, que veo, y siento, y observo. Apresar y
conservar algo de la vida, a eso me refiero. Aquí estoy de vuelta en América,
por ejemplo, después de 6 años de ausencia, con posibilidad de ver y aprender
muchas cosas que no deberían convertirse en materia de desperdicio.”
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